“Cuando viniere como una destrucción lo que teméis, Y vuestra calamidad llegare como un torbellino; Cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia. Entonces me llamarán, y no responderé; Me buscarán de mañana, y no me hallarán. Por cuanto aborrecieron la sabiduría, Y no escogieron el temor de Jehová”
(Proverbios 1:27-29)
Este pasaje nos pinta lo trágico de rechazar a Dios y su sabiduría. Y considero que la lección más valiosa que podemos encontrar aquí es la necesidad de buscar a Dios ahora, mientras se puede. Los seres humanos tenemos la tendencia a buscar a Dios cuando “las papas queman”, cuando la situación se pone difícil. Esa actitud revela un concepto pobre de Dios, un Dios que es un genio a nuestro servicio, que puede ser manipulado, sobornado, un Dios bonachón e ingenuo. Bueno, ese no es el Dios de la Biblia, claramente.
El pasaje nos transmite tres ideas, encadenadas entre sí.
El desastre y la desesperación: El inicio del texto nos habla de que los temores del hombre son bien fundados. Nuestros corazones siempre están habitados por temores, y es natural que así sea. Cuando pensamos que tenemos todo bajo control, aparece un problema, como un torbellino. Los problemas nos sacuden de nuestra comodidad, nos desestabilizan, hacen desaparecer todo aquello que creíamos firme. Y de ahí viene la tribulación y la angustia.
Las palabras que usa la Escritura para describir lo que puede sucedernos son gráficas: destrucción, calamidad, tribulación, angustia.
No hay mayor tragedia, no hay mayor necedad para los hombres que darle las espaldas a Dios y su sabiduría..
Y es entonces, cuando nos estamos hundiendo, cuando todo se vuelve desesperante, que recordamos que hay un Dios, y queremos recurrir a Él para que nos rescate.
La respuesta de Dios: Me llamarán y no responderé, simplemente tremendo. Llamar a Dios y que Él no nos responda, buscarlo y no hallarlo. Estamos demasiado acostumbrados a un Dios que es incapaz de darnos la espalda, un Dios que está ahí, siempre, para cumplir nuestros deseos caprichosos. Y no, no es así.
Nuestra necedad: ¿Cuál es la causa por la que Dios dice que no va a escuchar a los que ahora parecen desesperados? Porque la causa de su angustia y desesperación de hoy es su necedad. Cuando Dios habló, ellos no quisieron escuchar. Dieron la espalda a la sabiduría, decidieron no temer al Señor. Las consecuencias del rechazo a Dios son estas: el temor los hunde cuando están en dificultades. Es más, la mayoría de las veces, estas dificultades son la consecuencia de rechazar la Palabra de Dios.
Si quisiéramos parafrasear este pasaje, podríamos decir algo así como: “Cuando sobrevengan sobre ustedes las dificultades, y estén llenos de temor, se van a acordar de mí, y me van a buscar, pero Yo no los voy a escuchar, porque son ustedes los que han actuado y vivido dándome la espalda”
Si no conocemos a Dios, en medio de las dificultades solo podemos experimentar temor y desesperación. Confiar en Él nos mantiene firmes incluso en la tormenta…
¿Qué podemos aprender de este pasaje?
En primer lugar, el hecho de que no podemos esperar que el Señor nos escuche si no tenemos comunión con Él, si no vivimos en Su Palabra. Es tiempo de buscar a Dios hoy, no mañana.
Y finalmente, debemos recordar que los creyentes no estamos exentos de problemas. La diferencia radica, precisamente, en que no respondemos a ellos como el pasaje de hoy nos muestra, con angustia y desesperación. Experimentamos temor, dolor, preocupación, pero nuestros corazones pueden estar anclados en esta esperanzadora verdad: Dios escucha nuestras oraciones.