Lucas 12:13-21
En este pasaje, el Señor nos recuerda una valiosa lección. ¿A qué nos aferramos? Muchas veces permitimos que las cosas pasajeras nos distraigan y quiten nuestra vista de lo importante. O para ser honestos, aquello a lo que nos aferramos muestra qué es lo importante para nosotros.
Un indicador de que Cristo es nuestro tesoro es cuán generosos podemos ser y cómo nos relacionamos con los bienes materiales.
En la situación que da inicio a las palabras de Jesús dos hermanos se han distanciado a causa de su amor a las riquezas. En el ejemplo que Jesús da, un hombre rico deberá enfrentarse esa misma noche a Su Creador. ¿Qué será de sus riquezas? ¡Mira lo que causa el amor al dinero (No en vano la Biblia enseña que es la raíz de todos los males)!
Es un dicho bastante conocido ese que dice que “no nos vamos a llevar nada”, reflejando una realidad de nuestra condición humana: todos hemos de morir algún día y nada hemos de llevarnos a la vida venidera.
Y sin embargo es común ver cómo muchos se aferran a este mundo, y por más que acumulen riquezas nada parece saciarlos. La codicia, una forma de idolatría, nos engaña haciéndonos creer que somos autosuficientes, y nos aleja de Dios.
Si somos hijos de Dios, hemos llegado a entender que nuestra vida está escondida con Cristo en Dios, como dice Colosenses 3. Las riquezas materiales, este mundo y toda su vanidad son efímeras, frágiles, pero nuestra herencia es firme en Los Cielos.
*PARA PENSAR:* ¿Vivimos de manera que sea evidente que no estamos aferrados a las cosas de este mundo? ¡Seamos ricos para con Dios!