Devocional

No seamos de tropiezo, vivamos el Evangelio (Lucas 17:1-4)

Lectura: Lucas 17:1-4

 

Jesús dijo a Sus discípulos: «Es inevitable que vengan tropiezos , pero ¡ay de aquel por quien vienen! Mejor le sería si se le colgara una piedra de molino al cuello y fuera arrojado al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeños. ¡Tengan cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo; y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca contra ti siete veces al día, y vuelve a ti siete veces, diciendo: “Me arrepiento”, perdónalo».

 

Luego de todo lo que Jesús ha dicho acerca de su propio mensaje, y cómo este hace evidente la hipocresía de los religiosos, que con sus reglas superficiales y crueles alejan a la gente de Dios, realiza esta advertencia.

Los tropiezos (las fallas, los errores, el pecado) son inevitables, porque habitamos un mundo caído. ¡Pero qué temor deberíamos experimentar antes de hacer que uno de nuestros hermanos peque por nuestra culpa o responsabilidad! 

¿Cómo hacemos tropezar a nuestro hermano? Con palabras necias e innecesarias, con actitudes hipócritas, con nuestro egoísmo, buscando tener siempre la razón, con nuestra obstinación, con nuestro orgullo… con todas esas actitudes podemos dañar a nuestro hermano.

El mayor daño que podemos hacer a alguien es desviar su mirada de Cristo, de la cruz, del Evangelio para que la ponga en lo secundario. 

El mayor daño que podemos hacer a alguien es desviar su mirada de Cristo, de la cruz, del Evangelio para que la ponga en lo secundario. 

Esta debería ser nuestra prioridad en nuestra vida. Nuestra guía. Un recordatorio constante de que por fe en Cristo andamos y vivimos. Que llevamos su cruz. Que somos suyos. Que hemos sido redimidos con su vida y su muerte.

Y ese caminar con los ojos en Jesús debería impulsarnos siempre a vivir una vida abundante y profunda. Una vida en la que el pecado no tiene lugar, y por eso mismo, amamos a nuestro hermano llamándolo al arrepentimiento, confesamos nuestro propio pecado y compartimos su perdón. 

Esto es vivir el Evangelio.

PARA PENSAR: ¿Cuántas veces no has sido de edificación o bendición para otro? ¡Pídele al Señor que te ayude a vivir con la mirada en Él!

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