Lectura: Lucas 18:31-34
_’Tomando aparte a los doce, Jesús les dijo: Mirad, subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas que están escritas por medio de los profetas acerca del Hijo del Hombre. Pues será entregado a los gentiles, y será objeto de burla, afrentado y escupido; y después de azotarle, le matarán, y al tercer día resucitará. Pero ellos no comprendieron nada de esto; este dicho les estaba encubierto, y no entendían lo que se les decía. ‘_
Nuestro Señor anuncia aquí, por tercera vez, el destino hacia el cual se dirige: traición, escarnio, tortura, muerte y resurreción. Lucas recoge dos anuncios similares previos (Lucas 9:22,43-45). Meditemos algunas cuestiones al leer este pasaje.
Dios es quien está en control: Jesús recuerda a sus discípulos que lo que está por suceder ya ha sido anunciado por los profetas. Y Él ha venido a cumplirlo. Él sabe el destino que le espera en Jerusalem. Jesús sabe que ha de experimentar el rechazo, el dolor, la tortura, el desprecio y la muerte. Él está dispuesto a todo, porque nos ama y porque sabe que es la forma en la que el pecado y la muerte serán destruídos, es la forma en la que el abismo entre nosotros y el Padre puede ser cruzado.
El Jesús que camina a Jerusalem, al encuentro de la cruz, camina con determinación y confianza. Su confianza es que está cumpliendo la voluntad del Padre, que su muerte es el pago definitivo por nuestros pecados, y que su victoria y su resurrección son la victoria cierta…
Algo que tenemos que recordar: Lucas resalta que lo que Jesús dice no está al alcance de la comprensión de los discípulos. No será sino hasta que todo pase, hasta que vean a Cristo resucitado y reciban el Espíritu Santo prometido que entenderán plenamente.
En algún sentido somos distintos y parecidos a ellos. Distintos en que nosotros hoy sabemos que lo que Jesús dice en este pasaje se cumplió, tal como fue predicho. Él sufrió, fue humillado, muerto… pero resucitó. Similares en que hay eventos que no comprendemos plenamente, que incluso nos confunden.
Nuestra confianza está en el saber que así como el Señor hizo cada una de las cosas que prometió en el pasado, también hará lo que falta. Sus promesas son fieles.
Nuestra confianza está en el saber que así como el Señor hizo cada una de las cosas que prometió en el pasado, también hará lo que falta. Sus promesas son fieles.
PARA PENSAR: Todo lo que Jesús dijo, todo lo que Jesús hizo apunta a lo que está por suceder, su sacrificio en la cruz, su resurrección. Ese ha sido el plan de Dios desde antes de la fundación del mundo. Confiemos pues en el que hace todas las cosas conforme a su perfecta voluntad. Confiemos y descansemos en el que quiso salvarnos