Nuestro texto de hoy
“¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios es santo, y eso es lo que ustedes son. “
1 Corintios 3:16-17
Meditemos
Pablo hace en estos dos versículos una afirmación contundente, muy fuerte en verdad… Me gustaría que meditemos en un par de implicancias de lo que el apóstol escribió, inspirado por el Espíritu de Dios…
La iglesia somos los creyentes: a pesar de que ninguno de nosotros ignora esto, es fácil olvidar que la iglesia no es el edificio, las estructuras, las tradiciones. La iglesia es el cuerpo de creyentes. La iglesia somos los pecadores redimidos por Cristo. Entonces, amar a la iglesia es amar a la gente, a esos hermanos imperfectos, pecadores como yo. Amar a la iglesia es servirlos, orar por ellos, alegrarme o llorar con cada uno de esos que Dios ha adoptado como hijos, convirtiéndolos así en mis hermanos.
La iglesia es de Dios: Pablo afirma que los creyentes somos el templo “de” Dios. Somos suyos. Su Espíritu mora en nosotros. Si somos de Dios, esto implica que ya no somos nuestros, pero también implica que nadie, absolutamente nadie, puede pretender erigirse en dueño de un pueblo que solo pertenece al Señor y Él es su Rey.
La iglesia es sagrada y santa: el templo de Dios es santo. Ustedes son santos. El término santo implica dos sentidos distintos pero complementarios. En primer lugar, lo santo es lo puro, lo sin mancha. Pero además de eso, lo santo es lo apartado, lo que pertenece a Dios. La iglesia es santa en esos dos sentidos. Dios la está santificando, la está haciendo cada vez más pura. Y la iglesia es de Dios. Quien la ataca, está atacando, de alguna manera a Dios.
La advertencia es tremenda… Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá, porque nadie puede pretender adueñarse, o dañar, lo que Dios ha redimido por Su Hijo y quedar impune.
Nadie puede pretender adueñarse, o dañar, lo que Dios ha redimido por Su Hijo y quedar impune.
Un detalle para señalar
La palabra “santo” (̔́ἅγιος – hagios) significa puro, apartado y hasta terrible o temible.
Para pensar
Como parte de la iglesia del Dios vivo, debemos tener un alto concepto de ella. La iglesia es la columna y el sostén de la verdad (1 Timoteo 3:15). La iglesia es el cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:27). Ser parte de la iglesia es entender que somos parte del pueblo de Dios. La iglesia no es una entidad humana, como un club o una asociación. La iglesia es de Dios, la iglesia es una comunidad espiritual.
La iglesia es de Dios, la iglesia es una comunidad espiritual.