Devocional

Anuncio del Nacimiento de Jesús (Lucas 1:26-38)

 

Lectura: Lucas 1:26-38

Vamos a leer este pasaje en dos veces, ya que se trata de un texto sumamente rico y del cual podemos aprender muchísimo. Pensemos, en primer lugar, en la joven María, que recibe la visita de Gabriel, el ángel del Señor.

 ¿Por qué ella?: Cuando el ángel se presenta delante de María y la saluda, llamándola “favorecida” “El Señor está contigo”  y “bendita”. Ante esto se nos dice que María se “turba”, es decir que se sorprende, no sólo de que haya un ángel delante de ella, sino también de ser llamada de esa manera. 

María cumple con algunas condiciones necesarias (y anunciadas) para ser la madre del Mesías: es virgen (Is 7:14) y está prometida a José (de la casa de David, aunque se cree que María también podría ser de la casa de David). Era una joven que amaba al Señor, pero a pesar de ello, era una joven común, que vivía en una ciudad desconocida (tan desconocida que ni siquiera es mencionada en el Antiguo Testamento). 

Por eso es que se sorprende del saludo del ángel. La gracia del Señor la ha favorecido de una manera extraordinaria. Esta humilde muchacha llevará en su vientre al Salvador del Mundo.

Aunque no entiende está dispuesta: Cuando el ángel le dice que ella ha de concebir un niño, naturalmente ella piensa cómo será esto posible (dado que es virgen). El ángel le dice entonces, que será obra del Espíritu Santo. ¿Qué habrá pensado María de esa respuesta? ¿Cuánto habrá entendido de lo que Dios quería hacer? Y sin embargo, su respuesta es preciosa: Soy la sierva del Señor, estoy dispuesta a que Él haga en mí lo que quiera.

PARA PENSAR: ¿Reconocemos, como María, que hemos sido escogidos sin merecerlo? ¿Abrazamos y amamos la voluntad del Señor para nuestras vidas? 

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