Por Lectura: Lucas 12:1-3
Leemos hoy cómo, el Señor Jesús, después de confrontar a los fariseos con su religiosidad e hipocresía, advierte a la multitud.
No se dejen engañar, dice el Señor. No se contaminen con su actitud ante Dios, no sean ustedes también como ellos…
Si la fe es solo palabras, pero no carne en nosotros. ¿A quién podemos engañar?
¿A los demás? Quizás, por un tiempo. ¿A nosotros mismos? También es probable, aunque en nuestro interior nosotros podemos buscar mil excusas y justificativos pero sabemos que todo es una farsa.
¿A Dios? Nunca, ni por un segundo. A Él no podemos engañarlo. Él escudriña nuestros corazones hasta lo más profundo. Nada escapa de su conocimiento.
Todo el tiempo nosotros vivimos delante de Él. No hay nada que podamos ocultarle.
Lo que nadie conoce de nosotros, Él lo sabe. Nuestras motivaciones, nuestros deseos, el por qué hacemos las cosas.
Lo que nadie conoce de nosotros, Él lo sabe. Nuestras motivaciones, nuestros deseos, el por qué hacemos las cosas.
Es por eso que es necesario que nazcamos de nuevo. Es por eso que lo que Jesús quiere hacer es transformar nuestro corazón. Es por eso que el Evangelio es nuestra única esperanza
PARA PENSAR: ¿Somos conscientes de que Él nos conoce íntimamente? ¿Vivimos recordando esto? Dios no puede ser burlado. Él lo sabe todo, por eso necesitas su gracia y su misericordia. Dios te bendiga!
