Devocional

Amor en la desesperanza (Lucas 23:50-56)

Lectura: Lucas 23:50-56

 

‘Había un hombre llamado José, miembro del Concilio , varón bueno y justo, el cual no había estado de acuerdo con el plan y el proceder de los demás, que era de Arimatea, ciudad de los judíos, y que esperaba el reino de Dios. Este fue a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, y bajándolo, lo envolvió en un lienzo de lino, y lo puso en un sepulcro excavado en la roca donde nadie había sido puesto todavía. Era el día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo. Y las mujeres que habían venido con Jesús desde Galilea siguieron detrás, y vieron el sepulcro y cómo fue colocado Su cuerpo. Cuando regresaron, prepararon especias aromáticas y perfumes. Y en el día de reposo descansaron según el mandamiento.’

 

Hay un refrán que usamos en Argentina. “En la cancha se ven los pingos”. Significa simplemente que la capacidad para correr, o velocidad de un caballo (pingo) se hace evidente en una carrera real, frente a otro caballo. Es una forma de decir que en las situaciones cruciales es donde se hace evidente lo que somos en realidad. 

La calidad de nuestra fe se hace evidente en el momento de la prueba.

La calidad de nuestra fe se hace evidente en el momento de la prueba.

Y mira a estas personas de las que nos habla Lucas…

El momento: Jesús ha sido muerto. Acusado injustamente. ¿Quién querría identificarse con Él? ¿Quién querría permanecer a su lado? Es un momento peligroso y de mucha incertidumbre. Las autoridades han descargado un odio extremo sobre Jesús, y reconocerse como uno de sus discípulos puede exponerlos al odio también. También hay temor y desesperanza. El Maestro los ha dejado. Él, que con sus gestos y palabras había hecho renacer la esperanza y la fe en el Dios de Israel ya no está. 

La reacción:  A pesar del peligro José de Arimatea se expone. Lo hizo al no dar su acuerdo con la muerte de Jesús y aún más ahora que va a Pilato y pide el cuerpo del Señor para darle respetuosa sepultura. También las mujeres son ejemplo de amor y de fe, al preparar especias y perfumes. Aun en medio del dolor y la desesperanza, siguen mostrando amor al Señor. 

Nosotros conocemos que pasado el día de reposo el Señor ya no estará en esa tumba y no podrán usar esas especias. Pero aunque Jesús les ha hablado, no es tan fácil creerlo. Hoy ellos están ante la muerte del Maestro, y siguen amando. 

Hoy ellos están ante la muerte del Maestro, y siguen amando. 

¡Qué precioso es ver estos gestos, cargados de ternura! ¡Y qué maravilla pensar en lo que han de experimentar cuando vean la desesperanza convertida en victoria del Señor que resucita! 

 

PARA PENSAR: ¿Cómo se manifiesta nuestra fe en los momentos de desazón? ¿Es Jesús el que nos sostiene?  

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