Por
LECTURA: Lucas 1:5-25
Continuando con el anuncio del nacimiento de Juan, es interesante observar algunos otros aspectos de este anuncio:
Un nacimiento especial: desde aún antes de ser concebido, circunstancias especiales rodean el nacimiento de este niño.
Un ángel del Señor trae la noticia y hasta el pueblo que espera a Zacarías se da cuenta de que circunstancias especiales y únicas rodean el anuncio.
Su nombre es elegido por el Señor mismo (Juan significa “el que es fiel a Dios”, y todos sabemos con qué fidelidad cumplió su misión y cómo terminaron sus días).
Aun desde el vientre de su madre este niño estará lleno del Espíritu Santo, tanto así que saltará dentro del vientre de su madre cuando la madre del Salvador visite a la suya (Lc 1:41) y será un nazir (nazareo), apartado especialmente para el servicio del Señor (y no tomará vino ni sidra).
La misión de Juan: ¿Con qué misión nacerá este niño? Preparar el camino del Señor, preparar con su predicación y el poder del Espíritu Santo los corazones de los hombres para que estos se vuelvan a Dios. Juan es un nuevo Elías, que viene delante del Señor (Mal 4:5-6). Y el llamado de Juan será un llamado al arrepentimiento, al reconocimiento de nuestro pecado, a volver nuestros corazones al Padre.
Dios elige y usa lo menospreciado: una nota final es de qué manera Dios transforma las vidas de Zacarías y Elisabet, especialmente de esta última. El Señor ha mirado su aflicción, ha escuchado sus oraciones y ha quitado su afrenta, al darle un hijo. Lo que Dios hace es tan inesperado que hasta Zacarías duda, pero es precisamente cuando para los hombres es imposible que vemos de manera más patente la mano del Señor obrando.
PARA PENSAR: ¿Podemos ver la mano soberana del Señor en estos eventos y en nuestras propias vidas? ¿Experimentamos la gratitud de haber sido llamados por el Señor y ver su obra en nosotros?
