Lectura: Lucas 22:7-13
‘Llegó el día de la Fiesta de los Panes sin Levadura en que debía sacrificarse el cordero de la Pascua. Entonces Jesús envió a Pedro y a Juan, diciéndoles: «Vayan y preparen la Pascua para nosotros, para que la comamos». «¿Dónde deseas que la preparemos?», le preguntaron. Y Él les respondió: «Miren, al entrar en la ciudad, les saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo a la casa donde entre. Y dirán al dueño de la casa: “El Maestro te dice: ‘¿Dónde está la habitación, en la cual pueda comer la Pascua con Mis discípulos?’ ”. Entonces él les mostrará un gran aposento alto, dispuesto; prepárenla allí». Ellos fueron y encontraron todo tal como Él les había dicho; y prepararon la Pascua. ‘
La hora del Señor está cada vez más cercana y Él se prepara para celebrar la Pascua con sus discípulos por última vez. Lucas nos recuerda que “debía” sacrificarse el cordero para la Pascua. No había Pascua sin sacrificio.
No hay otra forma en la que los hombres recibamos perdón. Un sacrificio es necesario. El pecado debe ser juzgado. Jesús es ese sacrificio. Él va a morir, para que nosotros podamos tener vida.
No hay otra forma en la que los hombres recibamos perdón. Un sacrificio es necesario. El pecado debe ser juzgado. Jesús es ese sacrificio. Él va a morir, para que nosotros podamos tener vida.
Al leer este pasaje podemos ver cómo el Señor ha planificado esta cena. Dónde será, con quién deben hablar, todo debe estar preparado. Esa noche es importante, será la última que él comparta con los suyos.
Esta Pascua, como todo lo que Jesús hace, forma parte del propósito eterno de Dios. Cuando Moisés celebraba la primera pascua en Egipto, hace cientos de años, el Cordero que está por ser sacrificado ahora, ya había sido provisto.
Jesús, el Cordero de Dios, es el centro de la historia. Él, dando su vida en la Cruz, es lo que da sentido a todos los demás sucesos.
Jesús, el Cordero de Dios, es el centro de la historia. Él, dando su vida en la Cruz, es lo que da sentido a todos los demás sucesos.
Y entonces vemos como cada evento en el obrar de Dios forma parte de su propósito. Y ese propósito es glorificarse en mostrarnos su amor y salvarnos
PARA PENSAR: ¡Qué en todo tiempo podamos recordar que la Providencia del Señor es la que determina todas las cosas! ¡Incluso el salvarte y rescatarte a vos!