*”El templo será destruido* (Lucas 21:5-9)
Lectura: Lucas 21:5-9
Y a unos que hablaban de que el templo estaba adornado de hermosas piedras y ofrendas votivas, dijo:
En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida. Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder?
Él entonces dijo: Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está cerca. Mas no vayáis en pos de ellos. Y cuando oigáis de guerras y de sediciones, no os alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero; pero el fin no será inmediatamente.
El sacrificio del Señor está cada vez más cerca, pero antes de entregar su vida Jesús tiene una serie de advertencias que hacer.
Comienza con este pasaje una serie de anuncios del Señor acerca de lo que va a suceder en el futuro.
El primer anuncio tiene un impacto tremendo en sus oyentes. Ese templo tan opulento, lujoso, ese templo que es el orgullo de todo judío y el centro de la fe de Israel, será reducido a escombros (efectivamente, en el año 70 el ejército romano destruiría la ciudad de Jerusalén, y el templo sería destruido y saqueado).
¿Cuál es el propósito por el que el Señor ha de anunciar estas cosas? Para que nosotros podamos estar confiados en que aun en medio de un mundo aparentemente confuso y caótico, Dios es el que está en control. Nada sucede fuera de su voluntad.
Otro propósito de las palabras del Señor es que no seamos engañados. Muchos vendrán diciendo ser el Mesías, y habrá anuncios de sediciones y guerras. Pero en toda circunstancia nuestra mirada debe estar en Jesús.
Hay muchas posturas con respecto a estos pasajes, algunas con firme sustento bíblico, otras repletas de fantasía. Como creyentes, debemos recordar estas palabras del Señor: confiemos y aferrémonos a Él.
PARA PENSAR: Ante los hechos terribles que sacuden nuestro mundo y llenan de incertidumbre a las gentes, que nuestros corazones estén confiados en el Señor…