Devocional

Filipenses 3:1-16

Por lo demás, hermanos míos, regocijaos en el Señor. A mí no me es molesto escribiros otra vez lo mismo, y para vosotros es motivo de seguridad. Cuidaos de los perros, cuidaos de los malos obreros, cuidaos de la falsa circuncisión; porque nosotros somos la verdadera circuncisión, que adoramos en el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no poniendo la confianza en la carne, aunque yo mismo podría confiar también en la carne. Si algún otro cree tener motivo para confiar en la carne, yo mucho más: circuncidado el octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia de la ley, hallado irreprensible. Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo, y ser hallado en El, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe, y conocerle a Él, el poder de su resurrección y la participación en sus padecimientos, llegando a ser como El en su muerte, a fin de llegar a la resurrección de entre los muertos. No que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no considero haber lo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que todos los que somos perfectos, tengamos esta misma actitud; y si en algo tenéis una actitud distinta, eso también os lo revelará Dios; sin embargo, continuemos viviendo según la misma norma que hemos alcanzado.

Filipenses 3:116

Uno de los peligros más grandes de la fe cristiana es caer en el «legalismo».

Es realmente simple pensar que el cristianismo es apenas una serie de reglas para la vida, una clasificación de lo que agrada a Dios y lo que no.

Pensar de esta manera conlleva varios conceptos contrarios al Evangelio…

1) Dios ve nuestras acciones, pero tambien, y sobre todo mira nuestros corazones. Muchas veces la gente me ha visto hacer cosas buenas, pero Dios sabe que la motivación detrás de lo que hacía no era santa.

2) Otro riesgo de este reduccionismo es terminar creyendo que lo que realmente importa es lo que «nosotros» hacemos. Cuando el apóstol nos dice una y otra vez que descansemos en la gracia de Dios, que nos regocijemos en ella.

Lo contrario del legalismo no es el libertinaje sino la gracia, la dependencia total y absoluta de Dios.

Lo contrario del legalismo es confiar en Dios y no en nuestros méritos, por grandes que sean.

Dios nos bendiga cada día para agradecer a Dios por el amor inmerecido que derramado en nuestras vidas!

DEJA TU COMENTARIO

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

0 %