*Hermanos, sed imitadores míos, y observad a los que andan según el ejemplo que tenéis en nosotros. Porque muchos andan como os he dicho muchas veces, y ahora os lo digo aun llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo, cuyo fin es perdición, cuyo dios es su apetito y cuya gloria está en su vergüenza, los cuales piensan sólo en las cosas terrenales. Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aún para sujetar todas las cosas a sí mismo. Así que, hermanos míos, amados y añorados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor, amados.*
Filipenses 3:17-4:1 LBLA
Imítenme a mí, dice el apóstol, que a pesar de tener mil razones para confiar en mi linaje, mi religiosidad, mi formación, soy consciente de que aquello de lo que vale la pena depender y en lo único en lo que podemos confiar es en el Señor Jesucristo.
Cuando Pablo dice mírenme a mí, e imiten a los que viven como yo, nos está enseñando a mirar a Jesús… Nuestra ciudadanía es de los cielos, nuestra mente es celestial (conformada por La Palabra de Dios). Ya no vivimos como aquellos que confían en su propia justicia, en aquellos que se jactan de cumplir con ritos y mandamientos humanos (que apuntan a la apariencia exterior y no al corazón), vivir así sería rechazar la cruz.
Nuestra firmeza viene de creer en aquel que es la Roca firme, en esto debemos anclar nuestros corazones, en saber que Él nos ha transformado y nos ha hecho su pueblo, que Él es quien con su gracia y perdón nos sostiene y nos guía. Muchas veces experimentaremos la tentación de creernos autosuficientes, pero mirar a Jesús, a Pablo y el resto de sus discípulos que así caminaron, es recordar nuestra necesidad de Cristo y renovar nuestra afirmación de dependencia de Aquel que es el único suficiente.
Dios nos bendiga hoy para seguir caminando con nuestros ojos puestos en Jesucristo, Nuestro Salvador y Señor!