*Me alegré grandemente en el Señor de que ya al fin habéis reavivado vuestro cuidado para conmigo; en verdad, antes os preocupabais, pero os faltaba la oportunidad. No que hable porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación. Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad; en todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.*
Filipenses 4:10-13
Vivimos en un tiempo en el que parece que nada nos alcanza, nada nos conforma, nada es suficiente para que seamos felices. Bueno, en realidad no es así si somos cristianos, porque este pasaje (y todo el Evangelio) nos enseña la clave de la vida cristiana.
Pablo, en prisión y escasez económica recibe una ayuda de los hermanos de Filipos, y se alegra por ello, pero aprovecha la ocasión para recordarles (nos) que las circunstancias son eso, precisamente, circunstancias. Si nuestra vida depende de ellas serían un mar de inestabilidad. Pero como Pablo, podemos decir que todo lo podemos, porque Cristo es nuestra fortaleza.
En la alegría, la abundancia, la salud, damos gracias a Nuestro Dios; en la tristeza, la escasez, la enfermedad nos aferramos a Él. Porque sin Él, la alegría, la abundancia y la salud también nos serían insuficientes. Sólo Cristo es suficiente, y como decía Agustín, hemos sido creados por y para Él y nuestros corazones vivirán inquietos hasta que podamos entender que Él es el todo, en todos.
Dios te bendiga mucho!