*Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocijaos! Vuestra bondad sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.*
Filipenses 4:4-7 LBLA
¿Cuál es el origen de nuestro gozo, de nuestra visión de la vida? ¿Dónde está puesta nuestra confianza y esperanza? Pablo nos anima aquí a depositar todos nuestros afanes, nuestros temores, nuestras luchas en Aquel que ya ha vencido, en Jesús, el Cordero.
El Evangelio es, una y otra vez, traerlo todo a los pies de la cruz, y encontrar ahí el sentido total de nuestras existencias, hemos sido creados por Él y Él nos ha atraído a Su amor. No hay mayor gozo que este, no hay mayor seguridad que esta, sabernos en las manos del Señor.
Cuando aprendemos y recordamos esto experimentamos esa paz que el Señor nos dejó, una paz que nadie nos puede quitar.
A Él miramos, a Él esperamos…
Dios nos bendiga!