Lectura: Lucas 2:39-40
Una vez más, Lucas nos muestra la humanidad y la divinidad del Señor contrastadas y completas en Jesús.
El niño crece, sujeto a sus padres, en Nazaret, quizás después de haber permanecido un tiempo en Belén y al regresar de Egipto (como nos cuenta otro de los Evangelios).
Pero también lo importante es que este Niño es cada vez más lleno de sabiduría (de La Palabra y Sabiduría del Cielo) y la gracia de Dios es evidente en su vida.
Lucas nos quiere mostrar que Jesús es un niño, en algunos aspectos, un niño común y corriente, pero también ha de ser el Salvador de nosotros, los hombres. Es un niño especial, es el Hijo de Dios.
PARA PENSAR: Al leer estos pasajes, ¿somos capaces de ir entendiendo la naturaleza de este Niño? ¿Nos gozamos de saber que Jesús es el Hombre Perfecto que cumplirá toda la Ley, y el Hijo de Dios que dará Su vida en nuestro lugar?