Lectura: Lucas 8:4-8
Leemos hoy la muy conocida parábola del Sembrador, sabiendo que en los próximos versículos el Señor Jesús va a explicar su significado (a sus discípulos). Pero muchos de los que la escucharon no estaban en condiciones de entender.
¿Por qué Jesús habló en parábolas? Las parábolas son formas sencillas de expresar profundas verdades. Verdades sencillas para la mente, pero profundas para el corazón.
El Reino de Dios debe comprenderse con el pensamiento, pero no es suficiente “comprenderlo”. El Evangelio transforma nuestro corazón (entendiendo por esto el centro de nuestro ser: nuestra cosmovisión, nuestros afectos, nuestros deseos).
El Reino de Dios es una locura y un misterio para todos, excepto para aquellos a los que Dios abre los oídos y los ojos, para comprender la maravilla de Su Gracia.
Cuando escuchamos la Palabra de Dios, esta es sembrada en nuestros corazones. Y es Dios mismo, el Espíritu Santo, el que prepara el terreno, el que lo hace fértil, el que lo riega, el que hace crecer esa semilla.
PARA PENSAR: ¡Qué gratitud al reconocer que si hemos oído su llamado es precisamente porque Él nos llamó y abrió nuestros oídos para escuchar Su voz! ¿Has oído hoy Su voz?