Devocional

La oveja ¿perdida? (Lucas 15:1-7)

Todos los recaudadores de impuestos y los pecadores se acercaban a Jesús para oírle; y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este recibe a los pecadores y come con ellos. Entonces Él les refirió esta parábola, diciendo: ¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la que está perdida hasta que la halla? Al encontrarla, la pone sobre sus hombros, gozoso; y cuando llega a su casa, reúne a los amigos y a los vecinos, diciéndoles: «Alegraos conmigo, porque he hallado mi oveja que se había perdido». Os digo que de la misma manera, habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento.

Lucas 15:1-7

 

Los fariseos decían amar a Dios obedeciendo sus mandamientos, pero en realidad su mayor fuente de orgullo era su propia “santidad” y “justicia”. Tanto amaban su pureza que ni siquiera se juntaban con aquellos a los que consideraban pecadores. Esto incluía no solo a los pecadores reales, sino también a todo aquel que no tuviera los mismos estándares que ellos. 

Un fariseo se creía superior, más puro, y creía que el trato con los pecadores lo contaminaba. Y acá viene este Jesús que se sienta a la mesa de los pecadores, come con ellos, los escucha, y les comparte la Palabra que da vida. ¡Qué escándalo! 

A ellos dedica Jesús esta parábola de la oveja perdida, en la que Él mismo es el pastor que ha venido a buscar a los perdidos, a sanar a los enfermos, a dar vida a los muertos. Pero la parábola confronta a estos hombres santos con la realidad de su actitud. Si cualquiera estaría dispuesto a salir a buscar a una oveja que se ha perdido, ¿cómo no ha de tener valor la vida de un hombre creado a imagen de Dios? ¿Dónde está la obediencia de ellos cuando no muestran la misericordia y el amor que la Ley de Dios enseña?

Esa es la cuestión, los fariseos tenían un concepto de sí mismos demasiado elevado, por eso no podían reconocer su necesidad y hasta quieren encontrar pecado en Jesús, el justo. 

No mostramos nuestro amor a Dios alejándonos del que no le conoce, sino por el contrario, alcanzándolo con el mensaje del Evangelio (en gestos, en actitudes y en la proclamación y enseñanza del Evangelio). 

No mostramos nuestro amor a Dios alejándonos del que no le conoce, sino por el contrario, alcanzándolo con el mensaje del Evangelio

¿De qué debemos alejarnos? Del pecado, obviamente. Jesús nunca participó del pecado de aquellos con quienes pasaba tiempo, sino que una y otra vez los llamó a arrepentirse y les manifestó su gracia… La misma gracia que nosotros recibimos.

El Evangelio nos ayuda a entender que todos somos esa oveja perdida, que el Pastor salió a buscarnos con tal decisión que fue a la cruz por nosotros. El Evangelio es también el gozo que hay en el Cielo por cada oveja encontrada. Y el Evangelio es también que la oveja que no se sabe perdida, o no lo quiere reconocer es la que está en peores condiciones…

PARA PENSAR: ¿Cómo nos acercamos a los que están perdidos, sin Dios, y sin esperanza? ¿Alguna vez nos alejamos de alguien creyendo ser superiores? ¡El Señor nos ayude!

2 Comments

  1. Es hermoso estudiar la palabra de Dios

  2. Que lindo es aprender la palabra de dios

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