Lectura: Lucas 20:41-44
Entonces Jesús les preguntó: «¿Cómo es que dicen que el Cristo es hijo de David? Pues David mismo dice en el libro de los Salmos: El Señor dijo a mi Señor: “Siéntate a Mi diestra, Hasta que ponga a Tus enemigos por estrado de Tus pies” ». «David, por tanto, lo llama “Señor”. ¿Cómo, pues, es Él su hijo?».
Después de que uno y otro bando cuestionan a Jesús, es Él quien ahora hace esta gran pregunta.
¿Cómo es posible que el Mesías, que recibe el título de Hijo de David, sea llamado Señor por el mismo David?
El Mesías es el Hijo de David, porque desciende de él, en su naturaleza humana. Y David lo llama Señor por su naturaleza divina.
Jesús está proclamando aquí su identidad como Mesías, y su propia divinidad como Hijo de Dios. Y lo hace con todo el respaldo de la Escritura.
¿Cómo pueden responder los saduceos o los fariseos? ¡Quedan mudos!
Jesús apunta, con esta pregunta, a lo que es realmente importante.
¿Quién es Él?
Jesús es el Mesías Hijo de David, ya que en la carne tanto su padre como su madre son descendientes de David.
Jesús es el Mesías al que David llama Señor porque Él es el Hijo de Dios. Él es Dios hecho carne.
Un Dios que amó tanto a estas criaturas suyas que le han dado la espalda en rebeldía. Un Dios que caminó entre nosotros y se introdujo en la historia de su creación transformándolo todo.
Esto es lo que los fariseos o saduceos no pueden comprender, y lo que los discípulos entenderán plenamente solo cuando el Espíritu Santo venga a ellos en Pentecostés.
Han visto a Jesús sanar a los enfermos, lo han oído enseñar con sabiduría, lo han visto dominar las tormentas, expulsar a los demonios y hasta resucitar a los muertos. ¿Quién puede hacer estas cosas?
Esa es, precisamente, la respuesta a la gran pregunta: ¿Quién es este? Es el Mesías, es el Hijo de Dios que se hizo hombre. Nadie más podría tener tal autoridad.
¿Quién puede tener no solo autoridad sobre la naturaleza, la enfermedad, los demonios, la enfermedad, la muerte sino también sobre el pecado? La única respuesta posible es la identidad divina de Cristo.
Nadie puede traer la misericordia de Dios, nadie puede dar perdón, nadie puede sacarnos de la oscuridad del pecado, nadie puede librarnos de la desesperanza y la muerte, excepto Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios.
*PARA PENSAR*: La misión de Cristo solo podía ser llevada a cabo por Él. Nadie puede traer la misericordia de Dios, nadie puede dar perdón, nadie puede sacarnos de la oscuridad del pecado, nadie puede librarnos de la desesperanza y la muerte, excepto Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios.
Solo sabemos cuan pecadores somos, cuando nos acercamos a Él.