Lectura: Lucas 22:24-30
‘Surgió también entre ellos una discusión, sobre cuál de ellos debía ser considerado como el mayor. Y Jesús les dijo: «Los reyes de los gentiles se enseñorean de ellos; y los que tienen autoridad sobre ellos son llamados bienhechores. Pero no es así con ustedes; antes, el mayor entre ustedes hágase como el menor, y el que dirige como el que sirve. Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No lo es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, entre ustedes Yo soy como el que sirve. »Ustedes son los que han permanecido junto a Mí en Mis pruebas; y así como Mi Padre me ha otorgado un reino, Yo les otorgo que coman y beban a Mi mesa en Mi reino; y se sentarán en tronos juzgando a las doce tribus de Israel. ‘
En el pasaje anterior veíamos a los discípulos discutir acerca de quién traicionaría al Señor. Y en este pasaje siguen discutiendo. ¿Quién de ellos debería ser el más importante, el mayor?
El Señor les brinda una lección que calará profundo en ellos.
¿Cuál es la lección? En el Reino de Dios que yo les he anunciado, dice el Señor, no nos manejamos con los parámetros del mundo. En mi Reino lo importante no es recibir honor, reconocimiento o posición. Entre los discípulos de Jesús, lo importante es imitar al Maestro, lo importante es servir.
Entre los discípulos de Jesús, lo importante es imitar al Maestro, lo importante es servir.
Jesús nos mostró, una y otra vez, que el Reino de los Cielos es superior, más excelso, con valores más elevados. Lo que el mundo tiene en alta estima, es efímero, carece de valor a los ojos de Dios.
Un ejemplo vale más que mil palabras. Lo que Jesús les enseña tiene un peso mayor porque Él mismo ha sido un ejemplo de servicio y humildad. ¿No está a punto de entregar su vida? ¿No lavó sus pies? Por su servicio amoroso es que el Señor puede decirles: si hay alguien que debe ser honrado y servido soy yo, ustedes lo saben, pero miren, yo he venido a servir. Hagan lo mismo. Sirvan, sacrifiquense, amen. De eso se trata mi Reino.
Pablo lo expresa de manera sublime en su carta a los filipenses, recordándonos que Él se despojó de sí mismo y se hizo siervo, humillándose hasta lo sumo. ¿Qué otro ejemplo necesitamos?
La promesa final es preciosa, cargada de amor. Ustedes estarán conmigo, sentados a mi lado, porque han aprendido que ser parte de mi Reino es darse en servicio y amor.
PARA PENSAR: ¿Buscamos servir realmente a otros o dejamos que los honores y reconocimientos nos distraigan? Recuerda, el Evangelio es amor expresado en servicio.