Nuestro texto de hoy
‘Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios el que hace todas las cosas en todos. Pero a cada uno se le da la manifestación del Espíritu para el bien común. Pues a uno le es dada palabra de sabiduría por el Espíritu; a otro, palabra de conocimiento según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; a otro, dones de sanidad por el único Espíritu; a otro, poder de milagros ; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversas clases de lenguas, y a otro, interpretación de lenguas. Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, distribuyendo individualmente a cada uno según Su voluntad. ‘
1 Corintios 12:4-11
Meditemos
Pensando en los dones que hemos recibido, muchos pueden llegar a pensar que hay dones mejores que otros, aunque en realidad solo se trata de visibilidad. Algunos son más visibles, pero todos los dones son necesarios, así como algunos miembros de la iglesia cumplen funciones más visibles, y otros trabajan más discretamente, pero todos son necesarios.
En el pasaje que leemos hay me gustaría resaltar algunos aspectos interesantes…
Un solo Espíritu… El Espíritu que derrama sus dones sobre los hombres es uno. Por tanto tu don y mi don tienen el mismo origen: el Espíritu Santo. Entonces se trata de la bondad de Dios y no de mérito alguno que pueda haber en nosotros (que no hay). El Espíritu es Uno, porque todos los dones, los tuyos, los míos, los de cada creyente, fueron dados para glorificar a Uno.
Hay diversidad de dones… somos una familia, somos un cuerpo. No somos creyentes aislados, que podemos funcionar y vivir aislados. Nos necesitamos unos a otros. Yo dependo de vos, y vos dependes de mí. Y esa es la razón por la que cada uno de nosotros recibe dones distintos. Porque cada uno de esos dones son necesarios para el funcionamiento, el crecimiento y el sostén de la iglesia, el pueblo de Dios, la familia de Dios. Imagina si todos quisiéramos enseñar, o cantar, si todos quisiéramos hacer lo mismo. Necesitamos entender que cada uno de nosotros tiene la capacidad (dada por Dios, no lo olvides, es un don, un regalo) de cumplir una parte de la misión. Los individuos no tenemos una misión de parte de Dios, es la iglesia la que ha recibido el mandato y la autoridad, y cada uno de nosotros aporta a esa misión.
Los dones son para el bien común… Por eso mismo es que los dondes no son para nuestra jactancia (¿cómo vas a jactarte de algo que te has recibido sin merecerlo?), sino que son para el bien común. La razón por la cual Dios ha desarrollado en mí la capacidad de servir en tal o cual área es precisamente esa: servir. No se trata de mí, se trata de edificar, servir, amar, al otro. Y del mismo modo, los dones de mi hermano han sido provistos a la iglesia para mi bien. Y eso glorifica a Dios.
Los dones nos son dados por la voluntad de Dios… ¿Qué don has recibido? El que Dios, en su soberanía y su sabiduría ha querido darte. Y no lo dudes, Él sabe lo que hace. Siempre. Pensemos dos cosas. Si hemos recibido un don de parte del Señor no es por alguna capacidad previa en nosotros. Siempre es Su voluntad. Y eso debería llevarnos a la gratitud por el don que hemos recibido, nunca a cuestionarlo.
Un detalle para señalar
La palabra don es carisma, o harisma (χάρισμα), y significa regalo de gracia. Es decir, regalo inmerecido. Eso debería ayudarnos a no experimentar ninguna jactancia, sino a entender que el propósito de nuestros dones es el servicio a los demás y la gloria de Dios.
Para pensar
¿Qué dones te ha dado el Señor? ¿Cómo los estás usando para el servicio de tu iglesia local y del Reino? ¿Qué piensas o sientes respecto a los dones que tus hermanos han recibido?
Escrituras tomadas de la Nueva Biblia de las Américas (NBLA), Copyright © 2005 por The Lockman Foundation. Usadas con permiso. www.NuevaBiblia.com