Lectura: Lucas 12:8-12
En el pasaje anterior leíamos cómo el Señor Jesús llamaba a temer a Dios y no a los hombres, especialmente no temer a aquellos que manipulan la Palabra del Señor para imponer y manipular a través de sus propias ideas, que son lejanas a la enseñanza de Dios.
En ese contexto, Jesús sigue diciendo que nunca debemos avergonzarnos de Él, nunca debemos negarlo.
Si nosotros negamos a Jesús, es porque en realidad no somos suyos, por tanto, en el día del juicio Él no nos reconocerá como sus ovejas.
Si nosotros negamos a Jesús, es porque en realidad no somos suyos.
Me gustaría pensar en dos cuestiones interesantes de este pasaje:
¿Cómo negamos al Señor?: Lo negamos cuando no mostramos ser sus discípulos, cuando no hacemos evidente ante los demás que amamos seguir sus mandamientos y enseñanzas. Cuando nuestra fe es una fe de incógnita. Lo negamos cuando, en circunstancias en las que identificarnos con Jesús puede traer consecuencias nos hacemos los tontos. Ser cristianos es proclamarlo con nuestras bocas y nuestras vidas.
Ser cristianos es proclamarlo con nuestras bocas y nuestras vidas.
Espera rechazo: A veces la gente acepta con gusto que le hables de Jesús, pero cuando el Evangelio nos muestra que Él no es simplemente un maestro bueno si no quien viene a arrancar de nuestros corazones el pecado que nos mata. Cuando La Palabra de Dios nos muestra lo profundo de nuestra maldad (solo así podemos reconocer nuestra necesidad) ya no es tan agradable. Solo un corazón en el que obre el Espíritu puede experimentar el arrepentimiento que lleva a salvación, de otra manera, ese mensaje causa rechazo. Y entonces puedes experimentar vos mismo ese rechazo, que hasta se puede convertir en persecución.
Asegurate de que si eres rechazado sea porque estás predicando a Jesús con amor y gracia, como Él lo hizo, y no a causa de querer imponer la fe cristiana (solo Dios puede cambiar un corazón).
PARA PENSAR: ¿Estamos dispuestos a ser rechazados por causa de Cristo? ¿Cómo hacemos evidente ser sus seguidores?