Lectura: Lucas 22:35-38
‘Y Él les dijo a todos: «Cuando los envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalias, ¿acaso les faltó algo?». « No, nada», contestaron ellos. Entonces les dijo: «Pero ahora, el que tenga una bolsa, que la lleve consigo, de la misma manera también una alforja, y el que no tenga espada, venda su manto y compre una. Porque les digo que es necesario que en Mí se cumpla esto que está escrito: “Y con los transgresores fue contado”; pues ciertamente, lo que se refiere a Mí, tiene su cumplimiento». Y ellos dijeron: «Señor, aquí hay dos espadas». «Es suficiente», les respondió. ‘
La hora de la cruz está cada vez más cerca. El Plan de Dios se está cumpliendo tal cual ha sido determinado desde la eternidad. Es necesario que Jesús padezca y sufra por causa de su amor hacia nosotros, los pecadores.
Así como el sufrimiento y la persecución son parte ineludible del plan de Dios en Cristo, también lo será para sus seguidores.
Identificarse con Jesús implica que en algún momento serás perseguido, rechazado y calumniado. En algún momento todo el mundo te dará la espalda, y tienes que estar preparado para cuando eso suceda.
De ese “estar preparados” les habla el Señor cuando les dice que se procuren una bolsa y una espada. Como Él, ellos serán perseguidos, y hasta la muerte la mayoría de ellos.
¿Cómo podemos soportar el rechazo y la calumnia?
Jesús es nuestro ejemplo. La Palabra nos dice que todo Él lo soportó por el gozo de cumplir el plan precioso de la redención, por el amor con que nos ama. ¿Qué te motiva? ¿Su gloria? ¿Servirle? ¿Ser parte de lo que Él está haciendo? Entonces el dolor y el rechazo valen la pena.
¿Qué te motiva? ¿Su gloria? ¿Servirle? ¿Ser parte de lo que Él está haciendo? Entonces el dolor y el rechazo valen la pena.
Y tenemos una promesa. Aún en medio de las dificultades esta verdad nos sostiene. Él ha prometido estar con nosotros. Él ha prometido sostenernos. Él ha prometido no dejarnos solos. Y verdaderamente así es. Él está, siempre, porque así lo prometió.
La Palabra nos insta siempre a estar dispuestos a sufrir por causa del Evangelio, y no solo eso, nos llama a considerarnos privilegiados de poder hacerlo.
Seguir a Cristo implicará, en ocasiones, ser rechazado. Prepárate. Que Cristo sea perseguido, una vez más, en nosotros, es una dignidad que no merecemos.
PARA PENSAR: ¿Has considerado alguna vez si estarías dispuesto a ser perseguido por causa de Cristo? ¿Has pensado en tus hermanos que muchas veces pagan con su vida el ser identificados con Jesús? Oremos por ello y hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para ser instrumentos de consolación en sus vidas.