Lectura: Lucas 20:1-8
_’Aconteció que en uno de los días, cuando Jesús enseñaba a la gente en el templo y anunciaba el evangelio, se enfrentaron a Él los principales sacerdotes y los escribas con los ancianos, y le dijeron: «Dinos, ¿con qué autoridad haces estas cosas, o quién te dio esta autoridad?». Jesús les respondió: «Yo también les haré una pregunta; quiero que me digan: El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres?». Y ellos razonaban entre sí, diciendo: «Si decimos: “Del cielo”, Él dirá: “¿Por qué no le creyeron?”. Pero si decimos: “De los hombres”, todo el pueblo nos matará a pedradas, pues están convencidos de que Juan era un profeta». Y respondieron que no sabían de dónde era. Jesús entonces les dijo: «Tampoco Yo les diré con qué autoridad hago estas cosas». ‘_
Jesús ha entrado en Jerusalem como el Rey, ha limpiado el Templo de Dios de los ladrones que lo ensucian. Si alguien puede entender la carga que tiene cada uno de esos hechos son los fariseos, los sacerdotes y los escribas.
Cada una de las señales que Jesús ha dado son evidencia de su identidad como Mesías, cada palabra suya revela su identidad como Hijo de Dios.
El pueblo, los humildes, experimentan el asombro ante lo que ven, pero los religiosos se enojan.
El pueblo, los humildes, experimentan el asombro ante lo que ven, pero los religiosos se enojan.
¿Y vos quién sos? decimos en Argentina cuando queremos dejar claro que cuestionamos la autoridad de alguien. Eso es lo que preguntan los miembros del Sanedrín, que pronto han de juzgar a Jesús, pero en sus corazones ya lo han condenado.
¿Con qué autoridad hacés estas cosas? Pero como el Señor sabe que lo que hay en sus corazones no es precisamente anhelo de conocer la verdad les contesta con otra pregunta. ¿De dónde venía la autoridad de Juan?
Ellos no pueden responder, porque temen a la multitud. Si dicen del Cielo, ¿por qué no lo escucharon?, pero si dicen del infierno, temen a la gente.
Ante su silencio, Jesús también responde con silencio. Pero la respuesta es obvia. Con cada acción, con cada palabra Jesús proclama: Yo soy el Mesías de Dios, Yo soy el Hijo de Dios, Yo soy el que vengo a salvar a todo aquel que reconozca que necesita ser salvado.
Con cada acción, con cada palabra Jesús proclama: Yo soy el Mesías de Dios, Yo soy el Hijo de Dios, Yo soy el que vengo a salvar a todo aquel que reconozca que necesita ser salvado.
Pero los corazones de ellos están duros. No pueden ver quién es Jesús.
PARA PENSAR: Una relación genuina con Cristo solo puede existir cuando reconocemos que necesitamos de Él. ¿Es así como nos acercamos a Jesús?
Que bueno que estén dando estudio de la biblia
Bendiciones