Nuestro texto de hoy
Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los que han sido santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con todos los que en cualquier parte invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
1 Corintios 1:1-3
Meditemos
La carta comienza como todas las cartas, con un saludo. La expresión “gracia y paz” es familiar en Pablo, es un saludo inicial cargado de Evangelio.
Autoridad: Pablo está a punto de confrontar a los corintios con sus faltas, está a punto de llamarlos al arrepentimiento, a volverse a Cristo y a centrarse firmemente en el Evangelio. ¿Qué autoridad tiene él para hacer esto? Pablo es un apóstol (ἀπόστολος) del Señor. Dios lo ha escogido, Dios lo ha enviado. No hay autoridad en sí mismo, sino la que Dios le da. Este fariseo perseguidor de la iglesia ha sido transformado en un heraldo de Cristo. De allí proviene su autoridad.
La santidad es inherente a la vida cristiana
Santidad: Observando la situación de la iglesia en Corinto, probablemente no hubiéramos elegido el término “santos” para ellos. Pero la santidad es inherente a la vida cristiana. No podemos prescindir de ella. Por eso Pablo resalta esta preciosa verdad. Ustedes han sido santificados. Es decir, sus pecados han sido limpiados, Dios los ha comprado con la sangre de Su Hijo, ustedes han sido redimidos. Ustedes son santos. Y también, ustedes son llamados a ser santos. Es decir, ustedes son llamados a perseguir un estilo de vida acorde con Aquel que los llamó. Necesitamos buscar la pureza, no podemos permitir que el pecado esté cómodo en nuestros corazones.
Necesitamos buscar la pureza, no podemos permitir que el pecado esté cómodo en nuestros corazones.
¿Por qué podemos luchar con toda nuestra fuerza contra el pecado que habita en nosotros? Porque en la Cruz, Jesús ya lo ha vencido. Los corintios, vos, yo, cada creyente pelea aún cada día con el pecado, compartimos esa lucha. Pero cada creyente comparte esta certeza: Jesús ya lo ha vencido y cuando Él venga nuestros corazones serán despojados definitivamente de ese peso.
Un detalle para señalar
Pablo usa en este pasaje dos términos de la misma raíz ἁγιάζω (hagiazo) que se traduce como santificados y κλητός ἅγιος (klētos hagios), que se traduce como llamados a ser santos.
De esta manera se hace evidente que la santificación tiene que ver con la justificación (Dios nos limpia y nos aparta para ser parte de su pueblo), por un lado. Y también que los creyentes somos llamados a procurar, con la gracia del Señor, llevar una vida santa.
La obra es del Señor, por eso Él nos pide todo nuestro esfuerzo en procurar la pureza.
Para pensar: ¿Recordamos que nuestra justicia viene del Señor? ¿Cómo te relacionás con tu pecado? ¿Desde tus propias fuerzas o desde la cruz?