Devocional

Un conocimiento que lleva al amor (1 Corintios 8:1-3)

Nuestro texto de hoy

 

‘En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica. Si alguien cree que sabe algo, no ha aprendido todavía como debe saber; pero si alguien ama a Dios, ese es conocido por Él. ‘

1 Corintios 8:1-3*

 

Meditemos

 

El pasaje que leemos en esta ocasión es la introducción a una sección más larga, donde el apóstol nos enseñará acerca de la libertad cristiana. 

El tema al cual está respondiendo es parte de una consulta recibida (aunque la iglesia en Corinto parece bastante complicada en diversos aspectos, es algo interesante que ante la confusión buscaran la guía de Pablo). La pregunta sería algo así como: ¿puede un cristiano comer lo sacrificado a los ídolos? 

En los próximos versículos, Pablo explicará como actuar en esa situación y similares, pero me gustaría dedicar un espacio a estos primeros versículos, donde reside el principio que rige lo que viene. 

 

El conocimiento envanece: Aunque esta expresión ha sido usada muchas veces para justificar la ignorancia respecto a las Escrituras, significa algo muy diferente. Ya Santiago nos hablaba de dos tipos de sabiduría, una que viene de Dios, y otra que es humana, carnal y diabólica (Santiago 3:13-18). Esta última es de la que Pablo habla cuando dice que el conocimiento envanece. 

Cuanto más conocemos la Escritura, más conocemos a Dios, y cuanto más conocemos a Dios, más moldeados somos a imagen de Cristo. Si eso no está siendo así en nuestras vidas, no estamos conociendo verdaderamente las Escrituras. 

Cuanto más conocemos la Escritura, más conocemos a Dios, y cuanto más conocemos a Dios, más moldeados somos a imagen de Cristo. Si eso no está siendo así en nuestras vidas, no estamos conociendo verdaderamente las Escrituras. 

 

El amor edifica: la contracara del conocimiento que solo infla la cabeza, es un conocimiento que lleva al amor. 

¿Cómo se ve esto? El conocimiento de La Biblia, la lectura de libros piadosos, el estudio de la teología, nos llevarán a entender cada vez mejor nuestra insuficiencia, y el llamado del evangelio a vivir una vida que glorifique al único digno de gloria y sirva a los demás. 

Aunque nuestras limitadas mentes nunca podrán comprender al Dios eterno, Él ha querido revelarse a nosotros. Y esto es sublime, nunca deberíamos dejarnos de maravillarnos ante eso. Dios nos ha hablado, Dios quiere que le conozcamos. ¿Qué conocimiento humano puede compararse a eso?

Si el conocimiento no nos lleva al amor, estamos auto engañándonos.

Creer que sabemos algo: Si el conocimiento no nos lleva al amor, estamos auto engañándonos. Si saber términos profundos, o tener en nuestra memoria cientos de versículos infla nuestro orgullo, somos necios. No sabemos nada. Estamos confundidos y engañados. 

 

El principio que Pablo establece aquí es este: el verdadero conocimiento es el conocimiento de Dios, que nos lleva a amar lo que Él ama y como Él ama. 

El verdadero conocimiento es el conocimiento de Dios, que nos lleva a amar lo que Él ama y como Él ama. 

 

Un detalle para señalar

Como imaginarás, soy alguien al que le gusta leer, aprender, conocer. Y alguna vez, como Pablo advierte, el conocimiento superficial me llevó a creerme superior a otro, quizás con menos letras que yo.

Por eso me gusta esa palabrita que Pablo usa, “todavía”.  Si alguien cree que sabe algo, no ha aprendido todavía como debe saber.

El Señor me enseñó que el verdadero conocimiento aprende de todos. Incluso de esos hermanos que quizás no tengan mucha lectura o mucha palabra. Sigo amando leer y aprender, pero también aprendo del evangelio en la vida de hermanos que encarnan el amor y el servicio sin ser muy elocuentes con sus palabras. 

 

Para pensar

Dice Pablo que si amamos a Dios, somos conocidos por Él. ¿Qué es lo único que vale la pena? Ser hijos de la luz, conocerle a Él, amarle a Él. Nunca pensemos que hay algo que pueda reemplazarlo. 

Escrituras tomadas de la Nueva Biblia de las Américas (NBLA), Copyright © 2005 por The Lockman Foundation. Usadas con permiso. www.NuevaBiblia.com

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