Lectura: Lucas 8:26-39
¿Cuántas veces leíste esta historia? Seguramente muchas!
¡Qué precioso es conocer cómo la vida de un hombre atormentado puede cambiar al conocer a Jesús! Como cambió tu vida, seguramente, y la mía también!
¡Qué pena ver, por otro lado, cómo el temor hizo que los testigos de semejante milagro terminaran rechazando a Jesús!
Pero permitime hacer foco en algo particular de este texto. ¿Qué pasa con los demonios en este pasaje? Ellos, al ver a Jesús se atemorizan de una manera tal que le ruegan que no los envíe al abismo, sino que los deje ir a una piara de cerdos que había en lugar.
¿Cómo es posible que los demonios teman de esta manera? La respuesta a esta pregunta es la misma del pasaje anterior, y del que sigue. ¿Quién es este? ¿Quién es Jesús? Los demonios tiemblan porque saben que Jesús es el Hijo de Dios, el que tiene poder y autoridad sobre todo. Jesús es Dios.
Jesús es el que calmó la tempestad y es también el que ahora muestra su autoridad hasta sobre los mismos demonios.
Este hombre que caminó por Galilea es el Creador de todo. ¿Cómo no habrían de temer los demonios? ¿Cómo no experimentaríamos nosotros la misma libertad que el gadareno al conocerle?
El propósito del Evangelio es ese, que nosotros conozcamos a Jesús y esa es nuestra vida, nuestra libertad, nuestra esperanza, nuestra nueva realidad.
PARA PENSAR: Qué siempre podamos ver y conocer más a Jesús en cada situación y en cada pasaje de Las Escrituras. Dios te bendiga!!!