Nuestro texto de hoy
‘En cuanto a las cosas de que me escribieron, bueno es para el hombre no tocar mujer. No obstante, por razón de las inmoralidades, que cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. Que el marido cumpla su deber para con su mujer, e igualmente la mujer lo cumpla con el marido. La mujer no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino el marido. Y asimismo el marido no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No se priven el uno del otro, excepto de común acuerdo y por cierto tiempo, para dedicarse a la oración. Vuelvan después a juntarse, a fin de que Satanás no los tiente por causa de falta de dominio propio. Pero esto lo digo por vía de concesión, no como una orden. Sin embargo, yo desearía que todos los hombres fueran como yo. No obstante, cada cual ha recibido de Dios su propio don, unos de una manera y otros de otra. A los solteros y a las viudas digo que es bueno para ellos si se quedan como yo. Pero si carecen de dominio propio, cásense. Que mejor es casarse que quemarse. A los casados instruyo, no yo, sino el Señor: que la mujer no debe dejar al marido. Pero si lo deja, quédese sin casar, o de lo contrario que se reconcilie con su marido, y que el marido no abandone a su mujer. Pero a los demás digo yo, no el Señor, que si un hermano tiene una mujer que no es creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone. Y la mujer cuyo marido no es creyente, y él consiente en vivir con ella, no abandone a su marido. Porque el marido que no es creyente es santificado por medio de su mujer; y la mujer que no es creyente es santificada por medio de su marido creyente. De otra manera sus hijos serían inmundos, pero ahora son santos. Sin embargo, si el que no es creyente se separa, que se separe. En tales casos el hermano o la hermana no están obligados , sino que Dios nos ha llamado para vivir en paz. Pues ¿cómo sabes tú, mujer, si salvarás a tu marido? ¿O cómo sabes tú, marido, si salvarás a tu mujer? ‘
1 Corintios 7:1-16
Meditemos
En el pasaje que leemos, Pablo está respondiendo a una pregunta, o consulta de los hermanos de Corinto. No tenemos la carta que ellos mandaron a Pablo, pero por su respuesta podemos deducir claramente de qué se trataba.
El matrimonio, ¿es algo bueno o malo? ¿Qué hay de la intimidad? ¿Deberíamos procurar casarnos o permanecer célibes?
La respuesta de Pablo es clara. Permanecer célibes es bueno, pero es un don de Dios, por lo que no es un mandamiento ni requisito para todos los creyentes.
El matrimonio también es bueno (es un símbolo de la unión de Cristo y su iglesia dirá Pablo en varias ocasiones), ya que en el matrimonio ambos cónyuges se bendicen y se ayudan.
Asimismo, la recomendación de Pablo es que si estamos casados, incluso con un no creyente, no procuremos separarnos sin razón.
El énfasis en cuidar la pureza sexual que Pablo hace aquí se comprende mejor al recordar la sociedad desenfrenada en la que los corintios vivían, ejemplos de lo cual había dentro de la iglesia misma.
El principio detrás de todos estos consejos es el de buscar la santidad y la pureza. Y también el de buscar agradar a Dios sobre todas las cosas. Para algunos esto puede significar la soltería, y para otros el matrimonio.
Un detalle para señalar
Un detalle a señalar es cómo Pablo dice que un marido o esposa no creyentes pueden ser santificados en su cónyuge cristiano. No es una promesa, pero sí debería ser nuestra oración que nuestra pareja crea en el evangelio, siendo nosotros mismos testimonio de eso.
Para pensar
¿Cómo consideramos nuestra situación de matrimonio o soltería? ¿Mostramos contentamiento en la situación en la que el Señor nos ha puesto? ¿Es la santidad nuestra búsqueda constante?