LECTURA: Lucas 1:5-25
Antes de hablarnos acerca de Jesús (el protagonista principal del Evangelio) Lucas nos cuenta acerca de Juan el Bautista y su nacimiento milagroso.
Este niño nace en el hogar de dos ancianos (que por mucho tiempo habían orado por un hijo y no habían recibido esa petición). Su padre, Zacarías, era sacerdote y es cumpliendo su oficio que recibe el anuncio del hijo tan deseado y que seguramente a esa altura de su vida se había resignado a no tener.
Nos gustaría observar algunos detalles para pensar en lo que el Señor hizo en la vida de este matrimonio, Zacarías y Elizabet.
La vida de ambos (v.6): Se nos señala que ambos eran fieles al Señor, obedientes a Su Palabra. Aunque humanos y pecadores como cualquiera de nosotros, la familia en la que nace el profeta que anunciará y preparará la venida del Mesías, es una familia devota. A pesar de que no habían sido aún padres (y pensaban que eso era ya imposible) seguían sirviendo a Dios con fidelidad (v.8)
La soberanía del Señor: Dios elige, para enviar al que va a preparar el camino del Señor, una familia que ya no puede tener hijos. Dios hace evidente que Él es el autor de todo esto, sin lugar a dudas. Detrás de cada detalle está la mano del Señor (v. 8-9). Y Él mismo anuncia lo que va a hacer a través de este niño (v.16).
La reacción de Zacarías: A pesar de que Zacarías había orado por un hijo, y soñado con ello, las circunstancias únicas hacen que él experimente temor e incredulidad. La señal y consecuencia de esto es la mudez de Zacarías. A veces es difícil entender los planes del Señor, y confiar en que lo que Él hace es lo mejor.
PARA PENSAR: Cuando estamos atravesando situaciones difíciles de entender, en que el propósito de Dios no es tan claro, ¿nos recordamos a nosotros mismos que Él es soberano? ¿Pensamos en que somos parte de un plan mayor, que nos trasciende?