Devocional

Testigos de estas cosas (Lucas 24:44-49)

Lectura: Lucas 24:44-49

 

‘Después Jesús les dijo: «Esto es lo que Yo les decía cuando todavía estaba con ustedes: que era necesario que se cumpliera todo lo que sobre Mí está escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos». Entonces les abrió la mente para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: «Así está escrito, que el Cristo padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día; y que en Su nombre se predicará el arrepentimiento para el perdón de los pecados a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Por tanto, Yo enviaré sobre ustedes la promesa de Mi Padre; pero ustedes, permanezcan en la ciudad hasta que sean investidos con poder de lo alto». Ustedes son testigos de estas cosas.’

 

Jesús hace dos cosas en este pasaje. Les explica y da claridad sobre lo que ha pasado, y les anuncia lo que ha de venir.

¿Qué ha pasado? Simplemente se ha cumplido todo lo que el Señor anunció. Cada una de las cosas que han vivido son el plan perfecto de Dios y su soberana voluntad cumpliéndose. Moisés, los Salmos y los profetas anunciaban este perfecto plan, lo prometían. Su padecimiento, su muerte, su resurrección. Y el Señor abre sus mentes para que puedan verlo. 

El Evangelio es el plan de Dios para nosotros. El más sublime, el más perfecto, el más asombroso plan.

El Evangelio es el plan de Dios para nosotros. El más sublime, el más perfecto, el más asombroso plan.

Lucas nos ha mostrado, a lo largo de estos veinticuatro capítulos, que nada de lo que sucede es al azar. Todo es parte del plan de Dios, que nadie puede frustrar ni detener. 

¿Y qué sucederá ahora? El plan de Dios es alcanzar con el Evangelio a la humanidad. Qué el llamado al arrepentimiento y la fe en Jesús sea oído en todos los rincones de la tierra, comenzando por Jerusalén. 

Dos condiciones reúnen en los que anuncian las Buenas Nuevas de Cristo. La primera de ellas es que los discípulos “son testigos de estas cosas”. Ellos han caminado con Jesús para esto, para llevar este testimonio del amor y del poder de Dios por donde Él los envíe. Pero no alcanza simplemente con haber sido testigos. Es necesario que reciban la promesa del Padre. El Espíritu del Señor morando en cada uno. Poder de lo alto lo llama Jesús. Y así es en verdad. El Espíritu dentro de ellos les dará la capacidad de anunciar sin temor el mensaje de Jesucristo.

Los discípulos, y nosotros la iglesia, damos testimonio de estas cosas. Damos testimonio de Jesús.

Anunciamos a Cristo, quién es Él, lo que Él ha hecho en la cruz, su perdón, su amor… Y lo hacemos porque Él nos ha dado el poder de hacerlo. Es el Espíritu Santo el que nos capacita para anunciar a Jesús. 

Nadie puede creer en el Evangelio si no es el Espíritu de Dios el que obra en su corazón. No depende de los argumentos de quien habla, no depende de las capacidades de quien escucha. Depende de Dios. Él trae convicción de pecado, Él da arrepentimiento. Él salva.

Nadie puede creer en el Evangelio si no es el Espíritu de Dios el que obra en su corazón. No depende de los argumentos de quien habla, no depende de las capacidades de quien escucha. Depende de Dios. Él trae convicción de pecado, Él da arrepentimiento. Él salva.

PARA PENSAR: Prediquemos el Evangelio. Sin dudar. Anunciamos a Jesús, y lo que Él ha hecho. No es autopromoción, se trata de Él y solo de Él. Confiemos en el Espíritu Santo, Él es quien tiene el poder de transformar los corazones. 

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